sábado, 21 de noviembre de 2009

El tren no llegaba...

…es ese detalle que no sale en la tele y tampoco sale en los diarios. Quizá solo lo haya visto yo. Pero es la humanidad del acto y la empatía que vi que me hizo sentir bien como ser humano y a la vez quedarme triste por aquella mujer.

Una señora en el otro anden lloraba, sus llantos no se oían pero se notaba el dolor que llevaba en el pecho y no podía pararlo. Su dolor se había metido hasta los huesos y quizás ya nunca más podría dejará de sentir ese dolor. Lloraba y su cara reflejaba, una madre triste, una mujer destrozada y con una gran desolación. Sin consuelo y con la única compañía de mi mirada al otro lado mientras esperaba el tren.

Un vendedor ambulante, africano y bien negro, estaba viendo la misma escena al lado mía. Se giró, y oteo todo su entorno como para buscar una solución a la mujer para encontrar un consuelo a su dolor o calmarla pero solo encontró mi mirada. Al ver su impotencia de no poder consolar a una desconocida, aunque solo nos separaran unas vias de tren, de tanto dolor que transmitia Y con un gesto de pena compasión y dolor, negó con los ojos y bajó la mirada… La mujer seguía llorando…pero la humanidad de ese gesto, la empatía de ese hombre que allí a 10000 km de su casa, de su vida y de su familia. En un lugar extraño. Donde todos los días se patea la costa para vender cd´s piratas a tres euros y que vive en un piso con 20 personas más. Un hombre que pasa por esta vida como inmigrante ilegal del cual nadie sabe de su existencia a no ser su familia. De ese hombre que esta manipulado por una mafia a la que le debe no se cuantos mil euros. Se compadece de la mujer a la que el tren no le llegaba, intentaba consolarla desde el otro anden, pidiendo ayuda a su alrededor con su ojos y no sabía que hacer al verla allí tan sola mientras vomitaba en llanto toda su pena.

Solo ese gesto de ese hombre tan poco importante, tan pobre y tan sumamente humilde, me hace ver y sentir que todavía algo de humanidad nos queda. Que todavía podemos pensar que somos buenos y que no volveremos a la no razón de los animales.

Al fin el tren llegó.

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